viernes, 7 de junio de 2019

Aranceles: ¿pasiones o razones?


 

La implementación de aranceles por parte de la administración Trump a las importaciones provenientes de China ha desempolvado la vieja discusión entre los que defienden la plena libertad económica y quienes se oponen a ella.

Sin embargo, este asunto no debe abordarse en blanco y negro. Existen matices necesarios que deben ser considerados. Los aranceles son perfectamente válidos y legítimos como parte de una política integral de desarrollo industrial, aplicados de manera temporal para ayudar a dar los primeros pasos a algunas industrias de un país.

“La literatura económica reconoce que existen casos en los cuales algunas industrias requieren protección. Es el caso de las llamadas industrias nacientes o en estados de infancia. Se les protege temporalmente mientras alcanzan la madurez necesaria para poder competir. Sin embargo, la forma y el período de protección deben ser definidos en términos tales que ellas (las industrias) no se conviertan en una carga para la sociedad” (Gerver Torres, 2004).

Ahora bien, ¿es este el contexto que motiva los aranceles que aplica la administración Trump a las importaciones provenientes de China y muy probablemente a las de México?. No parece, por lo tanto habrá que auscultar los factores emocionales implicados en las decisiones del gobierno de EEUU y que son subvalorados por muchos análisis económicos.

En un artículo publicado por el BID titulado “La ciencia detrás del comportamiento” se da cuenta del peso de los factores culturales y sicológicos en los procesos económicos y la toma de decisiones. Por supuesto que pueden existir argumentos comerciales en el caso de los aranceles, pero siempre habrá detrás motivaciones que no tienen nada que ver con la racionalidad . “Decidimos emocionalmente, justificamos racionalmente”, explica Mago More, autor del libro “Superpoderes del éxito para gente normal”.

Dan Shapiro, profesor de la Universidad de Harvard, advirtió hace mas de una década esta tendencia: “Lo que hemos encontrado al trabajar con líderes mundiales de negocios, gobiernos y otras organizaciones es que la gente se enfoca tanto en la parte racional de la negociación que relega la dimensión emocional”.

Y a veces, es precisamente en la dimensión emocional donde está la piedra de tranca: egos, poder, elecciones. Si los responsables e involucrados en los procesos de negociación EEUU-China, quieren evitar mayores daños en la economía mundial, es importante que tengan claro estos factores.

Ya el FMI bajó la previsión del crecimiento mundial en 2019 como consecuencias de esta incipiente guerra comercial. Por ahora, los efectos no se sentirán de inmediato porque muchos empresas tanto en EEUU y China previeron la disputa y se sobreabastecieron de materias primas o productos terminados susceptibles de ser pechados con aranceles.

Pero en caso de que esta situación escale, “los consumidores de EEUU y China son inequívocamente los perdedores de la tensión comercial”, afirman los economistas del FMI. Acto seguido podríamos ver sus efectos negativos en el resto de los países. Esperemos que no.