Miguel Pérez Abad
En la actual coyontura que vive el mundo por el Covid 19, la reflexión anterior de Howard Gardner, (neurocientífico y profesor en Harvard), cobra particular relevancia.
La ciencia es un campo extraordinario que nos ha permitido contar con un desarrollo vertiginoso y exponencial en todas las áreas del quehacer humano. Sin embargo, ha demostrado que su alcance es finito, o al menos en ocasiones, la ciencia necesita más tiempo para dar soluciones: caso Covid 19.
En consecuencia, es válido y sano, reconectarnos con otros campos del saber humano, como la inteligencia emocional y la espiritualidad manifestada en sus múltiples formas religiosas u otras expresiones culturales de fé.
“Aumentará la religiosidad en el mundo por la fragilidad del ser humano frente a los límites de la ciencia”, ya lo advirtió Enrique Quemada Clariana, Consejero Delegado de ONEtoOne Corporate Finance en “El mundo tras el virus: 20 cambios”, artículo publicado en la publicación especializada en finanzas Expansión.
La inteligencia emocional y espiritualidad del ser humano tiene un rol insustituible en esta coyuntura. Cultivarla y ejercitarla es de gran beneficio para nuestra salud mental-emocional y en consecuencia, para nuestro salud física (corporal). Hay una prelación en este orden: Mente – Cuerpo.
La psicoinmuneurología ha validado científicamente la relación antes mencionada. Uno de los especialistas que ha hecho aportes claves en este campo es Bruce Lipton, a través de su libro “La biología de las creencias”, donde nos muestra cómo un cambio en el patrón de pensamiento puede afectar positiva o negativamente a las células del cuerpo humano.
Otros utilizan el término bioquímica de las emociones, donde se explica un hecho similar. Emociones positivas, generan sustancias positivas como la dopamina, la cual contraresta los efectos de las sustancias negativas que genera el estrés prolongado por más de 15 días (cortisol) y que debilita nuestro sistema inmunológico.
Como puede apreciarse, es sumamente importante cultivar emociones sanas para cuidarnos en esta coyuntura, mientras la ciencia se toma su tiempo para ofrecer la solución o en todo caso, algunas alternativas farmacológicas como vacunas o medicamentos para minimizar el impacto del Covid 19.