Miguel Pérez Abad
Una de las reconfiguraciones más importantes que se avecina en la economía mundial (post Covind 19) es la reducción de las vulnerabilidades que generó la globalización y la maquila en la gran mayoría de los países desarrollados del mundo.
La especialización y la División Internacional del Trabajo hicieron que no importara cuán lejos del consumidor o los mercados se ubicara la producción de un bien (semielaborado o elaborado). Lo que privó fue quien lo hiciera al mejor precio, bajo la lógica de la llamada productividad y competitividad.
Este hecho hizo que muchas de las marcas mas importantes del mundo se mudaran a fabricar sus productos en donde la mano de obra era mas barata, donde pagaran menos impuestos y donde tenían menos regulaciones.
Las etiquetas Made in China, Hong Kong, Taiwan, Filipina, India y México se volvieron común en icónicas marcas como Nike y Apple, por solo citar dos ejemplos.
No obstante, la pandemia ha hecho repensar a muchos paises desarrollados como Estados Unidos y Alemania, sobre la necesidad de revertir, o al menos reducir la dependencia de otras naciones para proveerse de bienes intermedios o terminados, especialmente los relacionados con la salud, aunque esta tendencia promete extenderse a muchos otros sectores económicos.
Las naciones mas ricas del mundo se han dado cuenta que los esquemas descritos anteriormente generaban una relacion geopolítica de posible dominio del que produce el bien, sobre quien lo necesita. ¡Bingo!.
Por varias décadas los movimientos progresitas de América Latina han promovido un modelo de desarrollo que precisamente revirtiera esa tendencia a través de la sustitución de importaciones, fomento y desarrollo de la industria nacional, nacionalización de empresas claves, protección de la industria local -en especial la mayor fuente generadora de empleos que son las pequeñas y medianas empresas (pymes).
No faltaron las etiquetas despectivas de los centros de poder financiero (FMI, BID, BM) y una casta de economistas renombrados a todas estas acciones: patriotismo, nacionalismo, estatismo, intervencionismo estatal, proteccionismo, socialismo, comunismo, etc.
Sin embargo, vemos como hoy, uno de los países mas desarrollado del mundo, Alemania, anuncia sin complejos una serie de medidas que aquí, en Venezuela, la Revolución Bolivariana, promovió desde sus inicios.
Un informe de economistas del Deutsche Bank destaca que “la provisión de bienes esenciales para una sociedad que funcione bien debe permanecer bajo control nacional y producirse en el país. A raíz de la crisis del coronavirus, importantes líneas de producción, probablemente no solo en el sector médico, podrían ser repatriadas o al menos reubicadas cerca de las fronteras nacionales de las economías desarrolladas”.
Estiman que a corto plazo se produzca una relocalización de los puntos de producción, una mejora en los mercados de trabajo en algunos países desarrollados y se acerque la producción de ciertos bienes esenciales a las economías más avanzadas.
¿Cuál debe ser nuestra repuesta aquí, en nuestro país, Venezuela? Retomar con mas fuerza los postulados de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que establece los lineamientos macros para alcanzar nuestra soberanía económica, productiva, agroalimentaria, tecnológica y energética.
Existe un marco jurídico institucional extenso que ofrece un punto de partida significativo para retomar este camino. Caso contrario, correríamos el riesgo de profundizar las desigualdades entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo, favoreciendo así el dominio de los primeros sobre los segundos.
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