Por Miguel Pérez Abad
De nuestra capacidad de innovación y de aprendizaje para convivir con el cambio, la sorpresa y la inestabilidad, dependerá nuestra sobrevivencia y supervivencia en los tiempos actuales. La anhelada “zona de confort” que nos permitió por años una vida mas o menos predecible en lo profesional o el mundo de los negocios, ya no existe.
De nuestra capacidad de innovación y de aprendizaje para convivir con el cambio, la sorpresa y la inestabilidad, dependerá nuestra sobrevivencia y supervivencia en los tiempos actuales. La anhelada “zona de confort” que nos permitió por años una vida mas o menos predecible en lo profesional o el mundo de los negocios, ya no existe.
Lo que hoy es un buen negocio, mañana puede dejar de serlo. En consecuencia, habrá que replantear el modelo y en algunos casos, cambiar de ramo. Así descrito parece algo sencillo, la complejidad se incrementa cuando este ciclo empieza a ser muy frecuente en períodos relativamente cortos. Dicho en otros términos: cuando el cambio permanente es la variable mas común en la cotidianidad de un emprendedor.
Un reciente trabajo publicado por el Banco Mundial (BM) da cuenta de esta exigencia. “…la habilidad de adaptarnos al cambio sigue siendo una de las destrezas más útiles y valoradas a la hora de enfrentar los desafíos de la vida en el siglo XXI”, señala el BM en un articulo del 12 de marzo de este año: “Educación continua: no hay edad para aprender”.
En el mismo estudio se destaca la necesidad de contar con habilidades mas complejas e integrales (aparte de las generales y técnicas) como “el desarrollo de capacidades socio conductuales como el trabajo en equipo, la resiliencia, el autoconocimiento y la negociación”.
Sin embargo, quiero hacer énfasis en la habilidad relacionada con la administración de las emociones que experimentamos frente a los cambios o golpes abruptos y recurrentes, pues en estos casos podríamos reaccionar tomando caminos equivocados.
El afamado ex-boxeador, Mike Tyson dijo una vez: “Todo el mundo tiene un plan hasta que le das el primer golpe en la boca”. Los golpes sorpresas desatan las pasiones y la mayoría de las veces, estas pasiones desbordadas pueden ser malas consejeras, porque pueden hacer que abandonemos nuestro Plan A, B y hasta el Z.
De allí la importancia del aplomo, el tiempo para pensar, reflexionar, esperar que se apacigüen las aguas para tomar algunas decisiones. De hecho, estas premisas muchos las aplican y recomiendan en los mercados de valores más importantes del mundo.
Tal es el caso deJulius Bär Group, reconocido banco privado tradicional con sede en Zurich, Suiza: “…quienes no consigan o no quieran hacer el esfuerzo de superar el pánico para encontrar la mejor oportunidad de entrar a la bolsa hay otra receta: tiempo y paciencia”, cita elEconomista.es.
Añade la misma fuente que “el estudio de la firma de inversión, realizado en este caso entre 1950 y 2018, refleja que cuanto más se amplía el plazo de una estrategia, más se reduce la probabilidad de perder dinero”.
Si aprendemos a convivir y en algunos casos cooperar con el factor sorpresa, con el miedo, con los golpes, con las dificultades permanentes del entorno, vamos a ser mas imperturbables y mas proclives a la resiliencia. Solo de esta forma podemos sobrevivir y supervivir en el principal rol que desempeñemos: deportistas, emprendedores, profesionales, empresarios, etc.
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